Hoy es 31 de diciembre de 2010, Nochevieja. Si la semana pasada sólo felicité la Navidad, en esta entrada sí voy a explicar sobre el tema de porque celebramos el fin del año en esta fecha.
Y es que, aunque nos choque un poco, el día elegido para despedir el año es bastante desacertado. En la mayoría de las culturas y civilizaciones, el fin y el comienzo de un año solía estar conectado con un suceso astrónomico o climático: el inicio de la primavera, de la estación de la lluvia, el solsticio de verano, etc..
Esto es lógico, porque durante el invierno, con el frío y las noches largas sin luz artificial, en el hemisferio norte la vida prácticamente se detenía para volver a comenzar con la llegada de la primavera.
Y aquí es donde entran los romanos, el origen del sistema actual de meses con lo que contamos el año. En los primeros siglos de la república romana, el año tenía diez meses:
- Marzo, mes dedicado a Marte, dios de la guerra, y que significaba el inicio del reclutamiento de tropas para las campañas de primavera y verano.
- Abril y mayo, dedicados a las ninfas de la primavera Abril y Maya.
- Junio, dedicado a la madre de los dioses, Juno.
- Y Quintillis, Sextillis, September, October, November y December, como los meses quinto, sexto, séptimo, octavo, noveno y décimo del año.
Como se puede comprobar, el tiempo invernal no se contaba porque no se hacía nada. Hasta que los romanos descubrieron que si disponían de más tiempo para entrenar a las tropas, sus ejércitos eran mejores. Así que iniciaron la leva de hombres en el invierno, añadiendo dos meses más:
- Enero, dedicado al dios Jano
- Febrero, en referencia al mes de las fiebres, siempre fue un mes maldito.
Después, tras las reformas del calendario que emprendió Julio César en el 45 A.C., Quintillis pasó a llamarse Julio, y al ascender Augusto, su sucesor, a emperador, Sextillis cambió su nombre por Agosto. A ambos meses se les dio treinta y un días, que devengaron en la longitud de febrero, el mes aciago.
Por todo lo anterior, nuestros años empiezan en Enero, poco después del solsticio de invierno, para que los romanos contaran con soldados mejor preparados. Y al comprobar los resultados, la verdad es que les salió bien.
¡Feliz Nochevieja! ¡Qué el año 2011 permita que nuestros deseos se hagan realidad!