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jueves, 30 de diciembre de 2010

El problema energético en España.

Como apunte en la última entrada, el suministro de energía en España es uno de los problemas más difíciles de afrontar en la actualidad.

Esto se debe a que la producción y distribución de energía eléctrica y combustibles es una tarea que se planifica a largo plazo. El momento para poner vías de solución a este reto tendría que haber sido hace 10-12 años. En general, los países desarrollados y los grandes países emergentes han focalizado sus políticas energéticas en la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles importados, sobre todo de lugares problemáticos. 
Así, han potenciado:

  • El desarrollo e investigación de combustibles altenativos (etanol en Brasil, biocombustibles) con el objetivo puesto en la producción eficiente en el propio territorio nacional o fuente fiable.
  • El nuevo impulso a la energía nuclear, ya que los avances en este campo la han convertido en una opción a la que se suman cada vez más países. 
  • La implantación de centrales térmicas de combustibles fósiles de alto rendimiento y bajo impacto ambiental, con fuentes garantizadas y fiables.
  • La promoción de energías renovables en las situaciones en que contribuyan de forma eficaz a la producción energética.
En España, por desgracia, por la falta de valor de los políticos de ambos partidos gobernantes en la útima década, y el poder que otorga tener el mercado eléctrico y de combustibles cautivo, no se ha podido implementar ninguna estrategia de energía orientada al suministro masivo, estable y barato de enegía. Todo se ha basado en subsidios a las empresas energéticas, principalmente a las productoras de renovables, y en tarifas artificiales fijadas por el gobierno de turno.
En este asunto, como en tantos otros en este país, se ha gobernado desde prejuicios ideológicos y demagógicos. Y la consecuencia es el altísimo coste de la electricidad y los combustibles en nuestro país. Y como el problema sólo se puede solucionar a largo plaza, incluso si ahora mismo se empezasen a tomar las medidas necesarias, no notaríamos sus efectos hasta un lustro como mínimo, posiblemente más años.

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