La semana pasada tuve la oportunidad de ver Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio, la película basada en el popular personaje de creado por Hergé y que ha sido llevado a la gran pantalla por Peter Jackson y Steven Spielberg.
Pero antes de empezar, un inciso:
Me declaro tintinófilo. Para hacerse una cabal ideal, yo leía álbunes de Tintin antes de saber leer. ¿Cómo?. Mi hermano mayor se ponía a mi lado, y señalando cada viñeta, me leía los bocadiillos de los diálogos. Mis hermanos y yo reuníamos con mucho trabajo cada peseta para poder comprar cada libro de Tintín. Y aún hoy, veinticinco años después, sigo conservando todos los Tintines de aquellos tiempos.
Este apunte permitirá ver hasta que punto esperaba la adaptación cinematográfica de las aventuras de este personaje de comic.
Peter Jackson y Steven Spielberg han optado por una interesante estrategia: en vez de adaptar directamente la historia de algunas de las tramas dibujadas por Hergé, han creado un nuevo argumento usando elementos de diferentes tebeos: en este caso, de El Cangrejo de las Pinzas de Oro, El Secreto del Unicornio y El Tesoro de Rackham el Rojo.
Supongo que algunos fanáticos se habrán llevado las manos a la cabeza ante semejante libertad narrativa, pero yo no. Uno de los errores al llevar un cómic a la pantalla es intentar seguir las viñetas como si fuera un storyboard. Y lo considero un error. El cine tiene su propio lenguaje y recursos para contar las historias. Debe usar los dibujos de los libros como fuente de inspiración, no como deberes a recrear en el negativo del celuloide.
Y la tarea de animar el universo de aventuras de Tintín ha sido coronado con éxito. Usando su guión original, Spielberg ha captado perfectamente los elementos esenciales del personaje: intrépido, decidido, audaz, honrado, defensor de la justicia. Y presenta al entrañable capitán Haddock con todos sus características, positivas y negativas. El perfecto Sancho Panza que da la réplica al héroe sin ambages que es Tintín.
La utilización de la captura de movimientos de los actores para su posterior inclusión en las escenas ha sido aprovechado al máximo por Spielberg para crear planos imposibles en el mundo real, siendo exponente principal de esto la escena de la persecución a través de las calles de la ciudad marroquí.
Y aquí señalo una cuestión interesante: Hergé estaba obsesionado con la plasmación de la velocidad en sus viñetas. Siempre fue un fanático de los coches, las carreras, las motos, los trenes, los barcos, los aviones, las naves espaciales...Le encantaban los EEUU porque representaban ese dinamismo que buscaba en sus historias. Pues bien, Steven Spielberg recoge este legado y lo aplica con profusión en cada una de las escenas de esta película.
El film está repleto de referencias que sólo los tintinófilos van a captar, desde los títulos de crédito(impresionantes, sólo ellos valen más que la mayoría de las películas) hasta el mismísimo final. Así que atentos aquellos que han leído todas sus aventuras.
En resumen: el dúo Jackson-Spielberg han conseguido trasladar las esencias principales de este cómic y insuflarle un ímpetu narrativo propio del cine y de la época que vivimos.
Como esta es la primera de una trilogía, el final, aunque completo, deja paso a una nueva aventura cinematográfica. Sólo la taquilla decidirá si habrá continuación. Aunque la taquilla en Europa ha dejado cifras de infarto, sobre todo en Francia. En EEUU se estrena el 21 de diciembre.
Es una cinta estupenda para ver en familia. Los adultos recuerdan sus tiempos de infancia leyendo los tebeos y los niños disfrutarán de lo que ven, en especial el perrito Milú. Además, es una película que merece la pena ir al cine a verla, y disfrutar del ambiente mágico de la sala oscura y el proyector.
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