Esta semana toca revisar uno de los libros más famosos de Marc Levy: "Las cosas que no nos dijimos".
Como siempre, antes una breve sipnosis:
Como siempre, antes una breve sipnosis:
Julia Walsh es una profesional de éxito a punto de casarse, que recibe la mala noticia del fallacimiento de su padre justo la víspera de su boda. Aunque su relación con su padre era pésima, decide cancelarla hasta más tarde y ocuparse del funeral. Dos días más tarde, recibe en su apartamento un enorme cajón. En su interior descubre un androide con la apariencia física y la personalidad de su padre implantada. Éste tiene un plazo de funcionamiento de seis días. Es una oportunidad para que padre e hija se digan las cosas que nunca se habían dicho.
Bueno, ahora que ya he escrito tres referencias a sus novelas, vemos como las pautas argumentales se repiten: protagonistas sometidos a una situación fantástica que detonan el desarrollo sentimental de la trama.
Con un dominio mejor que en otras novelas, Levy nos presenta las circunstancias vitales de Julia y, tras la irrupción del androide de forma paterna, cómo se gestó el conflicto entre ellos que les impidió congeniar en vida, y cómo curar esas heridas que provocan las personas que quieres.
Todos hemos pasado por esa experiencia: ¿qué le diríamos a determinado ser querido(madre, padre, hermanos, amigos) que no hemos vuelto a ver, a veces por la trágica aparición de la muerte?. Es algo que siempre se le da vueltas. Esta novela explota este sentimiento universal plasmándolo en la figura de Julia.
Aunque la novela, al final, llega a la vertiente romántica, aquí el eje principal es la relación paterno-filial. Según la persona que lo lea, puede interesarle más la parte del padre o la de la hija. Pero lo que sí es cierto es que la trama revela las motivaciones y sentimientos de cada uno que los ha llevado a actuar así, aún cuando supieran que iban a hacer daño a la persona que amaban.
Y es que detrás de las relaciones familiares(o la de amigos íntimos) hay una intrahistoria desconocida para cada uno de los participantes. La razón última por la que se decide hacer algo en una relación está explicada por una míriada de experiencias y emociones que no se quiere o se teme desvelar.
En la novela este análisis del cariño entre Julia y su padre se desgrana a lo largo de un viaje a distintas partes del mundo en donde han acontecido hechos determinantes en la vida de Julia. Uno de los elementos narrarivos empledos en esta ocasión por Levy es el flash-back: suspensión momentánea del relato para describir un suceso anterior de vital importancia.
De hecho, mi momento favorito de esta novela es la larga narración del viaje de Julia a Berlin el día de la caída del muro. Además de que está muy bien escrito, con gran dinamismo y elementos casuales que en la realidad pasan, yo viví esos hechos. Recuerdo a mi madre llorar, a mi familia alrededor del televisor viendo a la gente encima del muro con martillos pilones destrozando ese odioso símbolo de la tiranía. Como es lógico, estos sentimientos fueron despertados por esta parte de la novela.
Como es característico en las novelas de Levy, Julia tiene un amigo del alma, Stanley, que representa su apoyo y su guía en la vorágine de sentimientos que este viaje con el androide de su padre fallecido significa.
Podemos encontrar gran cantidad de frases que nosotros mismos podemos decir a nuestros seres queridos y vivencias que son parecidas a lo que hemos sufrido. En este sentido, la empatía con los personajes es total. Y te llegan al alma.
Y ahora, la parte negativa. Otra vez, introduce un giro final, absoluta y completamente innecesario. Además, le resta verosimilitud al relato. Cuando lees esta ocurrencia del escritor, te llevas las manos a la cabeza, hace que te preguntes si nos está tomando el pelo, y quiere que creamos que sus personajes son idiotas.
Hace daño a una trama ya difícil de aceptar en su plausibilidad, y no me refiero al asunto del androide. Yo he leído un excelente relato de ciencia-ficción, Gente de barro, de David Brin, en la que en el futuro se puede implantar la personalidad de cada cual en un robot de un día de duración, y al finalizar su cometido puede ser revertida en el usuario según convenga. Estos robots se emplean en tareas peligrosas(minas), desagradables(limpieza), rutinarias(estudio) o escabrosas(prostitución de muy diversas formas).
Así que por hay no van los tiros. Me refiero al personaje de Julia. Una mujer con un carrera profesional absorbente y 38 años, a punto de casarse. Y es que una mujer de estas características tiene poco margen de maniobra en el punto de vista sentimental. Como decían en Algo para recordar: es más fácil que te mate un terrorista que encotrar marido a partir de los 40. Una exageración, pero que expone una cruel realidad biológica: las mujeres sufren más el paso del tiempo a la hora de escoger pareja.
Esto que escribo es muy politicamente incorrecto, pero es absurdo plantear otro escenario. No se puede luchar contra dos millones de años de selección natural, en la que los hombres han preferido hembras jóvenes con capacidad cierta para procrear, y las mujeres machos capaces de mantener y proteger a ellas y a su progenie.
Este condicionante es algo que todas las mujeres tienen en cuenta, lo digan o no. Por ello, que Julia se planteé su relación matrimonial futura a la luz de las experiencias acaecidas en su viaje, no es probable, por muy romántico que parezca.
Pero, claro, el género romántico tiene esas cosas. Creer que el amor puede vencer todas las adversidades, dificultades y el paso del tiempo. Yo pienso que sí es posible, pero que requiere un esfuerzo y sacrificio enormes, que se dan sólo en circunstacias extraordinarias, tal vez imposible.
Para terminar esta larguísima entrada: "Las cosas que no nos dijimos" sería una de las mejores novelas de Marc Levy si al final no hubiera decidido torpedear su propio relato. Pero aún así sigue siendo un libro estupendo, entretenido y que te hace sentir.
Esto que escribo es muy politicamente incorrecto, pero es absurdo plantear otro escenario. No se puede luchar contra dos millones de años de selección natural, en la que los hombres han preferido hembras jóvenes con capacidad cierta para procrear, y las mujeres machos capaces de mantener y proteger a ellas y a su progenie.
Este condicionante es algo que todas las mujeres tienen en cuenta, lo digan o no. Por ello, que Julia se planteé su relación matrimonial futura a la luz de las experiencias acaecidas en su viaje, no es probable, por muy romántico que parezca.
Pero, claro, el género romántico tiene esas cosas. Creer que el amor puede vencer todas las adversidades, dificultades y el paso del tiempo. Yo pienso que sí es posible, pero que requiere un esfuerzo y sacrificio enormes, que se dan sólo en circunstacias extraordinarias, tal vez imposible.
Para terminar esta larguísima entrada: "Las cosas que no nos dijimos" sería una de las mejores novelas de Marc Levy si al final no hubiera decidido torpedear su propio relato. Pero aún así sigue siendo un libro estupendo, entretenido y que te hace sentir.
PS: Como marca el estilo de Levy, el detective George Pilguez tiene su cameo en esta novela. Búsquenla.
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