Esta semana he publicado menos en el blog porque he acudido a a la fiesta del cine. Esta es una iniciativa de las salas cinematográficas para atraer público. Consiste en poder asistir durante tres días a a las películas al precio de 2 €. Comparado con los 7, 8, 9 € que cuesta normalmente es muy ventajoso.
Debido a que uno tiene otras obligaciones, sólo he podido ver tres películas: Super 8, La boda de mi mejor amiga, y No habrá paz para los malvados. Ya escribiré sendas críticas de cada una. Pero ahora quiero centrarme en lo positivo de esta iniciativa y cómo ganan dinero las salas de exhibición.
El que las entradas estén rebajadas y acuda mucho a un cine es mucho más rentable de lo que parece. Me explico: los empresarios propietarios de los cines tienen tres formas de ganar dinero: la venta de entradas, la venta de golosinas y palomitas, y la contratación de publicidad para las salas.
La venta de entradas
El cobro de entradas es fundamental para las compañías cinematográficas. Aunque sólo suponen un 25% de los ingresos de una película, es lo que determina cuantos beneficios pueden esperar, le da valor añadido a una cinta(por eso se estrenan películas espantosas claramente dirigidas a telefilm de sobremesa), y permite cancelar cuánto antes las deudas contraídas con los bancos para producir la película. Por ello, no es lo mismo que un film recaude 50 millones en 2 semanas, que en 2 meses. Los intereses bancarios se comen los beneficios.
El reparto del importe de una entrada es desigual. En la primera semana se reparten los ingresos de forma desigual entre la sala y la productora, a favor de la productora. En algunos casos se llega a que la sala sólo se quede con el 10% del dinero. Conforme pasa más tiempo, la sala recauda cada vez más de las entradas, hasta que prácticamente se quedan con el 90% hacia la cuarta semana de exhibición. Un éxito de taquilla prolongado beneficia mucho a los cines.
La venta de golosinas y refrescos
Pero la parte del león, lo que llena las cuentas de los empresarios y les pemite pagar sueldos, alquileres, y tener beneficios es la venta de golosinas, refrescos, palomitas y demás vitualla que los espectadores acaparan antes de entrar a la oscuridad del cine.
Aquí, los porcentajes de retorno llegan a 60 a 1, es decir, por cada euro que se gastan, reciben 60. Esta es la razón de los carteles a la entrada prohibiendo productos del exterior: se juegan el cierre. Los ingresos por la venta de este tipo de productos suponen el 60% de la facturación de una sala. Y también explica una curiosa cuestión: la duración de las películas.
Sí. Aunque parezca mentira, la duración máxima que deben tener los films no lo determinan los ejecutivos de las productoras, ni los guionistas, ni los directores de cine. Lo fijan los dueños de las salas. Y es que lo que quieren éstos es que haya un flujo constante de gente que pase por el mostrador de las chucherías a gastar su dinero. Es su negocio más rentable, y la condición de que esto ocurra es que las películas tengan una duración limitada a 128 minutos máximo. ¿Por que esta cantidad?. Porque es la que permite hacer de tres a cuatro sesiones por tarde.
Así que en la industria cinematográfica raras son las cintas que se escapan a esta "dictadura" temporal. Sólo grandes directores, avalados por una carrera de éxitos, pueden desafiar esta ley...con límites. James Cameron, Steven Spielberg, Michael Bay,...pueden superar la barrera de los 128 minutos, pero ningún productor en su sano juicio permitiría que un film durase mucho más de las tres horas.
El aumento de espectadores repercute de forma directa esta ecuación de negocios. Más personas, más palomitas, más dinero para la sala. Por eso una rebaja sustancial del precio de la entrada no repercutiría negativamente en el negocio de los cines, pero sí en los beneficios de las productoras. Por eso se quedan como están.
La ecuación palomitera es la responsable de que los cines grandes de una sola sala hayan desaparecido y hayan sido sustituidos por multisalas. El flujo de gente por el mostrador se maximiza si se tienen varias salas que proyectan películas de forma alterna. Además de que así las personas que se han acercado al cine puede ver otra película en caso de agotarse las entradas a la que querían ir.
La publicidad
Por último, la parte marginal del negocio de las salas es la emisión de publicidad contrada por empresas. Los cines son excelentes para el marketing publicitario al tener un público sin posibilidad de zapear, con una pantalla gigante y un ambiente oscuro que favorece la atención, y compuesto por personas atractivas para el consumo.
El problema está en que no se puede dilatar mucho el comienzo de la película, y que este espacio quieren usarlo además las productoras para mostrar sus próximos estrenos, los famosos trailers. Ahora, en la era de internet, esto ya no es tan importante, pero todavía sigue creando expectativa la exhibición de anuncios cinematográficos en el cine. El como se reparte este tiempo escaso entre productora y sala es motivo de constantes roces entre ambos engranajes del negocio del cine.
Espero que esta breve disertación aclare algunos aspectos de este negocio que fabrica sueños, y a veces, hasta produce arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario