Este último verano he tenido el tiempo suficiente para ver una serie que quería ver desde hace tiempo: Chuck. Como este 21 de octubre estrenan el primer episodio de su quinta temporada en la TV de EEUU, he creido apropiado dar mi opinión.
Dar un esbozo de la totalidad de las tramas desarrolladas a los largo de las cuatro temporadas y 78 episodios es una tarea imposible, así, que haré un breve resumen del planteamiento básico:
Chuck Bartoski(Zachary Levi) es un empleado de un supermercado de electrodomésticos llamado Buymore(una especie de MediaMarkt para entendernos). A pesar de ser un joven brillante, las circunstancias vitales lo han relegado a ser un mero técnico de ordenadores. Hasta que recibe un correo electrónico de un antiguo compañero de universidad. Al abrirlo, se queda en estado catátonico hasta la mañana siguiente. Resulta que ha recibido el Intersect, la mayor base de datos de la CIA y la NSA, diseñado para ser almacenado en el cerebro de la persona que lo reciba.
Con semenjante información, Chuck se convierte en el activo más importante para el espionaje americano, por lo que se envían a dos agentes para protejerlo: la bella Sarah Walker(Yvonne Strahovski), y el aguerrido John Casey(Adam Balwin).
El protagonista tiene que afrontar su nueva vida de espía ocultándola a su familia y amigos.
Como se ve, la línea básica no es muy brillante. De hecho, no estamos ante una gran serie, destinada a las albanzas de la crítica como pueden ser Los Soprano o Mad Men. Pero eso no significa que no sea interesante, o que carezca de virtudes.
Para empezar, hay que alabar su falta de pretensiones. Se nota que lo que se quiere con la serie es dar un entretenimiento satisfactorio al público televisivo. No hay grandes diálogos, dirección atrevida de capítulos, giros brillantes. No. Los guiones están llenos de incongruencias, imposibilidades, asunción de propuestas ilógicas. Pero si se acepta que estás viendo una serie de TV, no un documental sobre espías, la diversión está asegurada. Ocurre algo similar con otra serie que sigo: Almacén Nº13.
Porque los episodios están llenos de acción, humor y romance, con multitud de guiños a la llamada cultura freak. El mismo protagonista es la encarnación de los sueños de los frikis: experto en infórmatica, adicto a los juegos, nostálgico de los cómics y las películas de ciencia ficción.
Pero una de las cosas más destacables de la serie es la innegable química que existe entre los actores. Y es que, a pesar de interpretar a personajes de carácter tan dispar, conectas en cierta forma con todos, y sus relaciones y reacciones te parecen auténticas, al margen de las locuras que dicta el guión
A lo largo de los capítulos, va surgiendo cierta rutina, ciertos momentos en el metraje que te permiten seguir engachado la trama. Una de los instantes más logrados por los guionistas es cuando Chuck actúa como experto en informática sin la ayuda del Intersect, sacando a relucir su ingenio frente a las advesidades.
Y es que una cosa graciosa es que tanto Chuck como sus compañeros de trabajo en Buymore serían en la realidad los perfectos espías, y no la exuberante Sarah o el impacable John Casey. En el mundo real, los espías son personas vulgares que no llaman la atención, incluso ser despreciables e invisibles, pero que pueden acceder a información de manera discreta y analizarla. Y para ello, la tapareda de un reparador de sistemas informáticos y de redes es perfecta.
Por tanto, si lo que se busca es pasar un rato agradable frente a la televisión(u ordenador), sin tener que devanarte los sesos sobre las intenciones ocultas en los intrincados diálogos y gestos de los personajes, esta serie gustará.
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