Estos días se está llevando a cabo en las cámaras representativas de nuestra nación una reforma del artículo 135 de la Constitución. Ha sido una iniciativa consensuada por los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE, que cuentan con el respaldo del 80% de los votantes, y un 91% de los representantes en el senado y el congreso.
El objetivo de esta modificación de la carta magna es la introducción del control presupuestario de las todas las administraciones públicas, con la intención de alcanzar el equlibrio entre ingresos y gastos del estado para el año 2020.
No voy a entrar en cuestiones tales como la falta de consenso con otros grupos parlamenterios(IU, CiU, PNV), ni en la ausencia de concreción respecto a las cifras máximas de déficit. Tampoco hablaré sobre la utilidad de la medida o su imposición del extranjero.
Lo que quiero es destacar dos aspectos que considero importantes:
1.- Se ha roto el melón sobre los cambios constitucionales. Nuestra democracia es anómala en esta cuestión. Las constituciones de todos los países con estado de derecho son alteradas de forma regular. La propia constitución de los EEUU tiene 27 enmiendas añadidas a lo largo de los años. Aquí en España sólo se ha enmendado para permitir el voto a los residentes extranjeros. Y siempre ha existido un temor reverencial a cualquier modificación del texto aprobado en 1978.
Como ya afirme en mi entrada Todo tiene que cambiar I. , estas reformas son imprescindibles para que este país pueda encontrar salida a esta crisis económica, social y política en la que estamos. Ya no se podrá acusar al próximo gobierno que salga de las urnas el 20-N de "imponer cambios en nuestro modelo de convivencia por primera vez".
2.- Por fin se ha alcanzado un consenso entre los dos grandes partidos nacionales para aprobar una medida concreta. Esperemos que no sea la última. Vaya por delante que a mí el asunto del consenso por el consenso me parece una estupidez. Se pueden hacer verdaderas barbaridades con todo el mundo de acuerdo. Así que prefiero una buena decisión sin contar con nadie que una mala con todos.
Pero si es posible llegar al entedimiento entre los partidos mayoritarios sobre los grandes cambios que requiere nuestra patria, bienvenido sea. Siempre que sea algo razonable y que ambos cumplan con lo pactado.
Y un motivo de satisfacción es la nulidad a la que quedan reducidos los grupos nacionalistas que durante años han estado sangrando y chantajeando para lograr sus propósitos. Y ahora se rasgan las vestiduras por estar fuera en la reforma de una constitución que nunca han respetado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario