Quiero empezar esta entrada pidiendo disculpas por la poca actividad que he desarrollado en el blog en las últimas semanas. Aunque parezca mentira, en verano puedes estar más ocupado que en el resto del año. Precisamente porque en verano tienes que hacer multitud de cosas que has pospuesto a lo largo de los meses. Y además, como el resto de amigos y familiares también tienen más tiempo libre, te ves en la tesitura de guardar tiempo para ellos.
Después de esta excusa, voy a hablar de los problemas que tenemos con la deuda española. Y digo bien: TENEMOS. Una de los primeros pasos para resolver este problema es que cada español debe concienciarse de que es él el que debe esas enormes cifras que se publican en los periódicos y emiten las televisiones.
Pero creo importante aclarar el concepto de deuda pública. Los estados, para afrontar los gastos que suponen los servicios que presta(justicia, policía, ejércitos, carreteras, educación, sanidad,...) tiene dos medios: la recaudación de impuestos y la emisión de deuda.
¿No tendrían los estados tener suficiente con el dinero que recaudan a través de los impuestos?
La respuesta obvia es sí. Pero como decía el presidente de los EEUU Ronald Reagan: "El estado es como el sistema digestivo de un bebé: una inmensa voracidad por un extremo y una completa irresponsabilidad en el otro."
La deuda pública, pues, consiste en pedir dinero prestado a los bancos, fondos de inversión, particulares, etc por parte de un estado. Y todos ellos no lo prestan gratis: lo dan por un determinado tipo de interés. ¿Cómo se fija el tipo de interés que cuestan estos préstamos? Pues de forma muy compleja e influenciada por múltiples factores, pero hay uno muy determinante: la confianza en que se va a cobrar ese dinero. Y en caso de deuda pública, esto depende de la economía del país.
Por esto, Alemania, aunque debe mucho más que España, le cuesta poco que le presten dinero, mientras que España lo tiene cada vez más difícil. Es como si en un edificio, el dueño del ático tiene una hipóteca mucho mayor que el del primero, pero al habitante del ático le sigue dando crédito el banco porque tiene unas cuentas estables, pero el del primero no consigue un crédito en ninguna parte al carecer de ingresos fijos.
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