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jueves, 10 de marzo de 2011

Biocombustibles celulósicos.

Continuando la estela del petróleo, en esta entrada voy a abordar las alternativas al petróleo que han emergido con fuerza en los últimos años. Me refiero a los biocombustibles.

El sustituir el petróleo y sus derivados por elementos extraídos de la producción agrícola es algo antiguo. Siempre se ha sabido que los motores de combustión interna, sobre todo los diesel,  podian funcionar con alcohol etílico, e incluso aceite. De hecho, los carros de combate y otros vehículos militares están diseñados para que puedan usar ese tipo de combustible, en caso de necesidad.

Pero la idea surgió con ímpetu tras la primera gran crisis del petróleo de 1973. Y arraigó en Brasil, donde el cultivo de caña de azúcar y su industria asociada, ha conseguido suministrar una parte considerable del combustible requerido por esta nación sudamérica. Debido a su éxito, otros países optaron por imitarlo con otros cultivos, como EEUU, con sus grandes excedentes cerealísticos.

El proceso es simple: los azúcares del maíz, trigo o caña se introducen en cubas de fermentación, en donde las levaduras convierten estos hidratos de carbono en alcohol etílico. Cuando terminan, se destila el producto para concentrar la cantidad de etanol hasta hacer posible su uso en la automoción.

Cubas de fermentación de etanol


Los problemas empezaron a aparecer en las vísperas de la actual crisis económica. El alza de los precios del crudo en 2004 y 2005 dio la excusa para aumentar la producción de combustibles de origen biológico, o biocombustibles. Pero no se contó con que esta medida sustraería recursos alimentarios a la población, y además se comprobó que para el maíz o el trigo, se consumía tanto carburante para producirlo que el que se obtenía de ellos, sino más.

Por tanto, la alternativa al petróleo no puede pasar por los cultivos y métodos de extracción de etanol. Se necesita un sustituto, y los biocombustibles celúlosicos se ven como una de las opciones más viables.

¿Qué es la celulosa?. Es un azúcar, o hidrato de carbono, que forma parte de la estructura de las plantas. Es la responsable de construir las partes sólidas, como el tallo, el tronco, las hojas. Vulgarmente la conocemos como fibra, y no podemos digerirla, por eso es buena para el tránsito intestinal.

Tallos de hierba formados por celulosa


Volviendo al tema, como azúcar que es puede funcionar como combustible. Pero obtener energía de esta sustancia es muy díficil. Es complicado romper sus enlaces. El objetivo de las investigaciones en curso es encontrar o fabricar una bacteria o microorganismo que descomponga la celulosa, y a partir de estos trozos produzca etanol. Y todo ello a nivel industrial. He aquí el problema.

Si esto se lograra, se podría producir biocombustibles de los residuos de la silivicultura y la agricultura: madera, astillas, rastrojos, paja, etc. Sin contar con el cultivo de plantas prolíficas, como sorgo, o el pasto varilla, que no precisan apenas fertilizantes u otros cuidados. Se calcula que la producción anual de celulosa a nivel mudial equivaldría hasta 160.000 millones de barriles de petróleo. El consumo actual mundial de petróleo es de 30.000 millones/año.

¡Ah, se me olvidaba!. Los cultivos para estos combutitibles absorben el dióxido de carbono de la atmósfera, y además limpian suelos y convierten en aprovechables extensiones de terreno no cultivadas.

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