En las últimas semanas se ha puesto en la picota informativa el asunto de las cajas de ahorro. Este es uno de los problemas más complejos, oscuros y significativos de nuestro país.
Las cajas de ahorro eran un buen invento: entidades financieras que no podían tener beneficios, porque todo lo que ganaban en el negocio financiero se revertía en diversas acciones sociales. Las cosas empezaron a estropearse en cuanto los políticos pusieron sus manos en los consejos de administración.
A partir de ese momento, las cajas se convirtieron en correas de transmisión de la voluntad de los políticos de turno, especialmente los autonómicos, que usaban los fondos depositados y las subastas de dinero del sistema financiero para avalar los planes de los gerifaltes de los partidos.
Así, las cajas han servido de prestatarios para cada proyecto o empresa pública que cada cargo autonómico ha tenido a bien, por muy descabellado que fuera el proyecto o ruinosa la empresa. Además, se han encargado de comprar la deuda generada por el despilfarro irresponsable de nuestra casta política.
En la actual situación de restricción crediticia, esta estructura montada entorno a las cajas era insostenible. Y aquí es donde el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha puesto la puntilla. En vez de dejar que un equipo de técnicos economistas emprendieran las reformas encaminadas a normalizar el estado de las cajas, ha optado por permitir el tejemaneje entre territorios y partidos. Debido a ello, se han producido ejemplos delirantes en los procesos de fusión de las múltiples cajas, como la fusión de Caixa Nova y Caixa Galicia, unidas sólo para mantener la "gallegüidad" de la entidad.
Y este viernes va a promulgar un decreto que supone un enorme obstáculo para las pocas solventes que quedaban. El denominado decreto para la recapitalización de las cajas significa la exigencia a estas últimas de un 10% de capital de reserva, cuando en todo el mundo y a los bancos españoles este requisito es del 8%. Esto implica un cambio inaceptable de las reglas de juego y una discriminación con respecto a los bancos.
Encima esto se realiza con la espada de Damocles de la nacionalización. Si las cajas no han recabado este capital de reserva para septiembre, el estado pondrá el dinero restante, y tomará el control de la caja hasta recuperarlo. Conociendo el percal de los miembros del gobierno, lo más probable es que esto sea una estrategia para repartir las cajas entre los amigos afines y canjear favores.
Es cierto que el modelo de cajas es insostenible, y que muchas tendrían que quebrar. Pero me niego a que, aprovechando el proceso, lo poco salvable de estas entidades sirva para pagar la permanencia de este gobierno.
Todo tiene que cambiar. YA.
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