Vistas de página en total

martes, 4 de enero de 2011

Todo tiene que cambiar II.

Creo que ya es hora, con estas fiestas terminando, el retomar los cambios que son necesarios en España. Y por ello voy a tratar acerca de la ley electoral.

Muchos de los problemas que sufrimos en actualidad son consecuencia de esta ley, que presenta numerosos defectos. ¿El principal?, que hace que nuestros representantes políticos no se sientan personalmente responsables de sus actos, sino que todo lo supeditan a las estrategias dictadas por los partidos.

Existen multitud de sistemas electorales. Todos poseen ventajas e inconvenientes, ya que se enfrentan a una tarea imposible: el reparto de un número limitado de cargos entre varios porcentajes de votos. Algunos optan por un reparto proporcional, lo que lleva una representación más ajustada a los votos emitidos, pero que genera inestabilidad al ser difícil crear mayorías. Otros eligen favorecer a los votos mayoritarios mediante diversos mecanismos, lo que permiten gobiernos estables.

El sistema electoral que rige en nuestro país favorece a las mayorías, pero el reparto de escaños por provincia hace que partidos con un porcentaje irrisorio del voto nacional tengan diputados en el congreso, con la lógica influencia en los asuntos del país.

Las reformas que habría que emprender para mejorar nuestro sistema de representación popular es algo que me supera. Yo no soy un experto jurídico o político, pero hay algunas cosas que puedo sugerir:

  • Aumentar el número de diputados. Sí, lo sé, parece una cuestión disparatada precisamente ahora, pero pienso que se debe pasar de los 350 diputados actuales a 400, que es el límite constitucional, o mejor a 450: un diputado por cada 100.000 habitantes.
  • Hacer del senado una cámara realmente efectiva en la labor legislativa.
  • Subir el sueldo a los cargos públicos e incrementar el rango de las incompatibilidades y el límite de remuneraciones extrasalariales (dietas, coches oficiales, etc.).
  • Eliminar las listas cerradas de los candidatos presentados en cada partido.
  • Imponer una limitación al número de mandatos en cada cargo público.
  • Impedir el acceso a las cámaras de partidos sin un determinado porcentaje mínimo de votos.
Hay muchas más posibilidades para aumentar la calidad de nuestra democracia. A mí me gusta el sistema electoral del Reino Unido basado en las circunscripciones electorales. Un diputado es elegido por cada circunscripción, y responde ante los ciudadanos de ésta. Lo importante de este sistema es que no importa quien salga elegido. Si se sufre un problema, se tiene a alguien a quien dirigirse, quejarse, molestar. Además, favorece la formación de gobiernos estables porque una mínima diferencia permite ganar. 

Y añado una ventaja más: la posibilidad de que un grupo de ciudadanos, incluso uno solo, puede ganar a los candidatos de grandes partidos con una labor de gran tesón. No es algo excepcional. El mismísimo Winston Churchill perdió su acta de diputado frente a un desconocido que ganó en su circunscripción.

Todo tiene que cambiar. YA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario