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lunes, 3 de enero de 2011

Dos películas: Harry Potter y las reliquies de la muerte I y El discurso del Rey

Aprovechando estos días de fiesta, he tenido oportunidad de ver dos películas que me gustaría comentar. En los últimos años he de decir con pesar que ya no voy al cine con la asiduidad de antaño, pero intento compensarlo escogiendo mejor las películas.

En primer lugar, voy a hablar de Harry Potter y las reliquias de la muerte 1. Reconozco que soy fan de la saga, desde que vi la primera, Harry Potter y la piedra filosofal, en el año 2001 (madre mía, como pasa el tiempo). La película me instó a leer los libros de J. K. Rowling, y me agradaron mucho. No es alta literatura, es cierto, pero son obras dignas, bien escritas, coherentes y con un gran trabajo de documentación acerca de los mitos mágicos.

Esta sexta película no está a la altura de otras películas de la saga. Se nota demasiado que todo el equipo, empezando por el director, se han limitado a proponer un espectáculo convencional a un público ya predispuesto a favor. Aunque el apartado técnico es impecable, y las actuaciones son más que aceptables, aún así la película adolece de graves problemas de ritmo, sobre todo en su mitad. Además, al ser una primera parte, deja demasiadas cosas en el aire, con falta de una resolución en la última película de la serie.

Y ahora me propongo a tratar la película que acabo de ver: El discurso der rey. Película avalada por la crítica como de las mejores de esta año, debo señalar que  estas opiniones no eran exageradas. La película es excelente, fantástica, increíblemente interesante.

Y es que es difícil despertar el interés hacia la historia del rey tartamudo Jorge VI de Inglaterra y su logopeda, y mantener la tensión narrativa. Pero gracias a un guión sólido, una mágnifica dirección, notable en la disposición espacial de las escenas y los encuadres, y unos actores en estado de gracia (todos, desde los principales Colin Firth y Geofrey Rush hasta el último secundario), se pueden conseguir este milagro mediante la magia del cine. 

Esta sí es la magia real, y no la fantástica de las historias de Harry Potter.

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