En realidad, la velocidad de la luz no es sólo de la luz, sino de todas las ondas electromagnéticas, desde las ondas micrométricas que usan los móviles a la radiación gamma que procede de estrellas lejanas.
La radiación lumínica se puede considerar como una onda. Todas las ondas,
las del mar
Ola rompiendo |
las del sonido
Reactor rompiendo la barrera del sonido |
la luz
Luz láser |
poseen una velocidad determinada. La velocidad de las olas marítimas es de unos cuantos metros por segundo, la del sonido, 340 m/s, y la de la luz, 300.000 km/s.
La velocidad de la luz ha sido una cuestión crucial en la ciencia. Al principio se creía que era infinita, pero al investigar mejor la naturaleza, se descubrió que esto no era así. Primero se usaron cálculos de su rapidez basados en observaciones astronómicas. Después, a mediados del siglo XIX, se logró medir mediante aparatos más o menos sofisticados como
la rueda de espejos de Foucault
o interferómetro de Michelson
Pero un paso de gigante para valorar la importancia real de la velocidad de la luz fue la teoría electromagnética de James Clerk Maxwell. Esta teoría es uno de los mayores logros intelectuales de la historia de la humanidad. Gracias a ella, se llegó a calcular la celeridad de las perturbaciones electromagnéticas sólo con datos teóricos.
Fue Albert Einstein el que dio a la velocidad de la luz su lugar indiscutible como constante universal de la naturaleza. En su teoría de la relatividad, Einstein dedujo que esta velocidad es el límite de todas las velocidades. Por mucho que apretemos el acelerador en un vehículo, nunca podrá alcanzar esta rapidez. También es el límite de la velocidad a la que podemos transmitir información o que se noten los acontecimientos. Si ahora desapareciera el Sol, tardaríamos ocho minutos y medio en enterarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario