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martes, 18 de enero de 2011

El virus Stuxnet.

Hoy abordo una noticia que ocurrió en el verano de 2010 y que ha pasado desapercibida, a pesar de su enorme importancia. Me refiero al ataque mediante el virus informático Stuxnet a la infraestructura de producción de uranio de Irán.

¿Por qué es de tan gran impacto esta noticia?. 

Primero, es la primera vez que se ha realizado un asalto planificado a un objetivo estratégico de un estado usando armas informáticas diseñadas a tal efecto, Es un salto cualitativo respecto a las rutinarias intrusiones de los sistemas de alta seguridad del mundo.
Segundo, la gran sofisticación del virus sólo se puede lograr con los recursos de un estado. Su capacidad de infiltración, la falsificación de dos certificados de autenticidad de software, su estado de hibernación hasta alcanzar los objetivos, requieren unos medios y una coordinación al alcance de estados muy desarrollados. 

Pero, ¿cuál era el destino final del Stuxnet? Las centrifugadoras que usa Irán para enriquecer el uranio y obtener material fisionable apto para un arma nuclear. 

El uranio natural está constituido por un 99,284 % del isótopo U-238 y un 0,711% del isótopo U-235. En este estado, el uranio no sirve ni como combustible ni como elemento armamentístico. Por ello, hay que aumentar la concentración de U-235 en el material mediante el proceso de centrifugación: el uranio se combina con flúor, y el gas resultante se centrifuga, aumentando la concetración de U-235. (Nota: como este gas es muy reactivo, hubo que desarrollar un sustancia que fuera inerte ante él y que protegiera la centrifugadora. El resultados fue el politetrafluoruro de carbono, vulgo teflón, en que recubre las sartenes antiadherentes, entre otros usos).

Es preciso aumentar hasta un 3-5% la concentración de U-235 para tener combustible, y hasta el 85% para fabricar armas nucleares. Es un proceso largo y delicado.
Desde que Irán decidiera emprender una carrera para obtener armas atómicas, se han elaborado planes para parar esta inquietante amenaza. Pero un ataque directo es muy difícil. Las industrias nucleares de Irán están dispersas, y las principales se encuentran en búnkeres a gran profundidad en áreas urbanas muy pobladas. Esta circunstancia hace que la única vía para garantizar el éxito de la operación fuera el uso de bombas GBU-39 antibunker armadas con cabezas nucleares tácticas. Y el número de bajas sería aterrador.

Pero afortundamente se ha encontrado una forma más sofistificada y eficaz: el virus Stuxnet. Como parece haber descubierto una reciente investigación periodística, Stuxnet fue diseñado por los EEUU e Israel para alterar e inutilizar los sistemas controlados por el programa SCADA de Siemens, que incluyen a las centrifugadoras iraníes. Parece ser que los israelíes las probaron con las suyas antes de introducir el  virus. Y el resultado ha sido espectacular: más del 20% de centrifugadoras inutilizadas, y un retraso de como mínimo de tres o cuatro años del programa nuclear iraní.

Si en ese tiempo, Dios lo quiera, el pueblo iraní se desembaraza de su dictadura y emprende la senda de la normalidad en el ámbito de las naciones, Stunex puede convertirse en una de las armas más éxitosas de la historia.

Pero este paso ha inagurado el siniestro mundo de la ciberguerra. Estados Unidos ya ha iniciado el reclutamiento y formación de 50.000 soldados para este nuevo frente militar. En el futuro veremos ataques a infraestructuras energéticas, al control de los transportes, bloqueo de las telecomunicaciones, etc. Lo mejor que se puede hacer es estar preparado para afrontar esto retos. No van a desaparecer.

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