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miércoles, 25 de mayo de 2011

Crítica de cine: Midnight in Paris.

El viernes pasado tuve la oportunidad de ver en el cine la última producción del director neoyorkino Woody Allen, Midnight in Paris, y en consecuencia, me dispongo a plasmar mi opinión sobre ella.



En general, la película me ha gustado mucho. A pesar del punto de partida fantástico en que se basa el film, la línea narrativa es clara y lineal. En ningún momento te sientes confuso o te planteas preguntas sobre la verosimilitud de la historia, Simplemente te arrastra una vez aceptada la proposición de cuento de hadas que plantea.

Allen siempre ha sido un gran director de actores, y sobre todo de actrices. Que se lo digan a Mira Sorvino y a Diane Wiest, ganadoras del Oscar por sendas actuaciones en películas de Allen. Y en ésta no es una excepción. Owen Wilson interpreta con oficio al álter ego del director en la pantalla, y Marion Cotillard infude con su extraordinaria belleza y elegancia una gran presencia en la historia como foco de atracción del protagonista. 

En el apartado actoral también quiero destacar a los secundarios que realizan papeles de cameo, como Adrien Brody o Kathy Bates. Incluso en papeles tan breves, añaden elementos destacables a la historia.

Y un personaje indispensable de la película es la propia ciudad de París. Con su buen oficio cinematográfico, Allen fotografia de forma soberbia los diferentes ricones de la capital francesa, retratando tanto los rincones escondidos, como las grandes atracciones turísticas. 

Quiero añadir una reflexión personal: a mí me recordó a un episodio de la serie de ciencia ficción británica Dr Who. En esta serie se narran las aventuras de un misterio alíenigena, el Doctor, que posee una máquina en forma de cabina de policia que le permite viajar a cualquier época y lugar para enfrentarse a distintas amenazas contra la humanidad. En concreto, un episodio de la última temporada, en la que viaja a visitar a Van Gogh.

Un pequeño detalle en que me fijé en la película, que es una declaración de amor a Paris y lo maravillosa que es. Pero según mi experiencia, las ciudades europeas adolecen de una falta de vida nocturna. No me refiero a salir de juerga, sino sólo tener una actividad normal. En España, incluso en ciudades medias, las calles a las once o doce de la noche están con gente y sitios donde estar. Y las ciudades de Europa, a partir de las nueve, están muertas. ¿Hay vida nocturna?. Claro que sí, en las grandes ciudades y si conoces los sitios, pero la gente oriunda brilla por su ausencia en sus calles.

Así que para concluir recomiendo su visionado. Una advertencia: la película requiere de un cierto bagaje cultural para disfrutarla, pero esto es algo que el director presupone en su público.


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